20.5.12

Obama-Romney: Unas elecciones abiertas


Cuando la Convención Republicana del próximo 27 de agosto, en Tampa, Florida, elija a Mitt Romney como su candidato a la Presidencia de los Estados Unidos, la batalla electoral será encarnizada. Y lo será porque desde las filas republicanas no se esperaba un escenario tan favorable tras la dura derrota sufrida frente a un ídolo de masas que era el Barack Obama de la campaña de 2008. El de Illinois tenía todo a su favor para consolidar un mandato de ocho años, con una herencia económica desastrosa de la administración Bush, con dos guerras abiertas en Irak y Afganistán con un amplio rechazo ciudadano, así como con la falta de un liderazgo internacional que todos los agentes políticos estaban seguros  Obama cubriría con su hiper-carisma y con un discurso que rezumaba frescura y anticipaba un nuevo orden mundial.
Y a todo esto, los republicanos se encontraban en uno de sus peores momentos, divididos, sin un líder claro que aglutinara todas las sensibilidades conservadoras y con una falta de unidad en su discurso que facilitó el protagonismo de los más retrógrados unificados por el movimiento del Tea Party, que finalmente resultó ser un bluff que se ha ido hundiendo con el tiempo como un suflé. Romney se ha tenido que trabajar su nominación, al día de hoy todavía no la ha logrado definitivamente, pero ya nadie discute que será el elegido por las bases republicanas. Pero algo que le puede terminar dando un espaldarazo definitivo a sus posibilidades ante Obama es la elección del "ticket electoral", de quién le acompañará en la candidatura como Vicepresidente.
Y aquí es cuando aparece la fulgurante candidatura del joven senador por Miami, Marco Rubio. Sería un gesto hacia una comunidad hispana que apostó de forma indiscutible por Obama en 2008 y que ahora se encuentra muy decepcionada con una administración demócrata que no ha cumplido con sus compromisos. Marco Rubio, el primer senador de origen cubano, puede ser el llamado definitivamente por Romney para el asalto final a la Casa Blanca y lograr los votos necesarios que los republicanos necesitan para derrotar a un Obama en horas bajas. 

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